por Babymoov

El pescado

Entre todas las especies de pescado, a menudo se hace una distinción entre pescado magro y graso. Se consideran magros todos los pescados “blancos”, entre los cuales la pescada, el lenguado, la lubina, la merluza, el abadejo, el merlán, la raya, el lucio, la dorada, la gallineta o el eglefino.

También es posible hacer una distinción con respecto al contenido en lípidos: los pescados magros contienen menos del 1%, mientras que los pescados grasos del 5 al 10%.

Las ventajas de los pescados magros

El pescado es rico en omega-3, muy importante para el desarrollo del organismo y del cerebro del bebé, pero también para las mujeres embarazadas.

También contiene proteínas, en una proporción que a veces es igual a la de la carne, y vitamina D. Ésta última es esencial para la absorción y la transformación del calcio,  contribuyendo de esta manera al buen desarrollo de los huesos, al igual que el fósforo, que también está presente en grandes cantidades. Finalmente, los pescados magros son una excelente fuente de hierro, potasio y vitamina A y B12.

Elegirlo y conservarlo bien

El primer criterio para elegir un pescado es la frescura. De hecho, a pesar de todas sus cualidades, si no está fresco puede ser causa de intoxicación.

Para los potitos, elija pescados que no tengan demasiadas espinas, como el rape, el lenguado y  la dorada.

El pescado debe tener la carne firme y las escamas bien adherentes. El olor debe mantenerse ligero y fresco y, sobre todo, no debe oler a amoniaco.
Un truco para saber si el pescado es viejo: sus ojos no deben ser planos o estar dentro de la órbita, deben aparecer vivos y brillantes, ocupando todo el espacio.

La mayoría de los pescados crudos y cocidos puede conservarse en el frigorífico (0-3°C) durante dos o tres días. Es posible también congelarlos (unos seis meses en el caso de pescados magros) o preparar los potitos en casa y congelarlos.

¿Cuándo y cómo prepararlo?

El bebé puede comer pescado magro a partir de los 7 meses.

Para conservar todos los nutrientes aportados por el pescado, se prefiere una preparación al vapor o en caldo. Además, evite cocinarlo con ácidos grasos “saturados” como el aceite y el aceite de oliva, que anulan los beneficios energéticos.
Tenga cuidado en quitar las espinas presentes en el pescado elegido antes de prepararlo y ofrecerlo a su bebé. El bebé podría asfixiarse.

Antes de cocerlo, puede cocinarlo en un puré mezclándolo con varias verduras: zanahoria, calabaza, berenjena, calabacín e hinojo…
¡Es difícil encontrar una verdura que no case con el pescado!

¡Atención!

Desde hace unas semanas, las asociaciones de seguridad sanitaria advierten a los consumidores de la posibilidad de contaminación debido a sustancias químicas presentes en el mar, como el metilmercurio, y recomiendan consumir pescado de agua dulce dos veces a la semana.

Las indicaciones son muy estrictas para los niños, las mujeres embarazadas y en período de lactancia, limitando el consumo de pescado de mar a una vez cada dos meses. Asimismo, recomiendan evitar el consumo de pez espada, de marlín, quelvacho, tiburón y lamprea… si bien estos pescados sean bastante difíciles de encontrar en el mercado.

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