por Babymoov

Alimentos para el bebé: ¿crudos o cocinados?

¿A partir de qué edad?

A partir del 4º mes, se puede dar al bebé una cucharada de zumo crudo de manzana, pera o naranja. Poco a poco, aumentaremos las cantidades de zumo, cortadas con agua, hasta llegar a un biberón pequeño de unos 100-150 ml al 6º mes. La fruta cruda, lavada y pelada como la manzana, la pera, el plátano, puede introducirse en los postres, a condición de estar batida junto con un producto lácteo, a partir del 6º mes.

Tras hacerle descubrir los alimentos de forma cocinada entre el 5º y 8º mes, el bebé podrá comer verduras como la zanahoria o el pepino hacia el 8º o 10º mes. Ralladas muy finas y marinadas en zumo de naranja, para la zanahoria, o en yogur con un chorro de zumo de limón para ablandarlas, estas pequeñas hortalizas contribuirán a la aventura gustativa del bebé que supone la diversificación. A partir del 6º mes, una ramita de perejil o unas hojas de albahaca cruda picadas en el puré no presentarán ningún peligro.

Mientras aprende a masticar, será capaz de chupar un gajo de manzana o de mordisquear un trozo de plátano. La fruta es el primer alimento que el bebé puede comer crudo. El resto debe estar cocinado, porque el estómago del bebé aún no es lo suficientemente maduro para digerir las fibras duras como las del apio, la alcachofa o la remolacha, por ejemplo. Por otro lado, la cocción presenta la ventaja de matar las bacterias presentes en la carne o el pescado, que se cocinarán bien hechos hasta los dos años.

Las ventajas y los inconvenientes para el bebé

La ventaja de comer crudo para el bebé es que accederá a todas las vitaminas y podrá acostumbrar sus dientes a alimentos que le gustará probar.

La ventaja de cocinar los alimentos es que revelará al bebé aromas y texturas desconocidas (más tiernas o más crujientes).

Los efectos de la cocción en el sabor, la textura…

La cocción seca las carnes blancas y las aves, fundiendo además las grasas en los alimentos al horno, a la parrilla o también a la sartén.
Por ello, dichas carnes pueden combinarse perfectamente en un puré con alimentos ricos en agua, como la lechuga, la acelga, la calabaza, el rábano, el pepino o incluso la berenjena.
Por otro lado, el arroz y la pasta aumentan su volumen al absorber el agua de la cocción.
La cocción ablanda la fruta y la verdura, haciéndolas más untuosas y facilitando su digestión; piense en hacer compotas y cremas.

La cocción refuerza, atenúa o modifica los colores naturales del alimento. Las carnes cogen tono gracias a la coagulación de las proteínas y pigmentos. Los vegetales se aclaran en función de la naturaleza de sus pigmentos, del grado de acidez y del modo de cocción. Las verduras de color verde amarillean si se cocinan demasiado tiempo y tapadas. La pasta, la repostería, los alimentos enharinados antes de cocinarlos cogen color al caramelizarse el almidón.

Según el tipo de cocción utilizada y por efecto del calor, algunos componentes se concentran en el centro de los alimentos. Por ejemplo, los aromas que acompañan a los alimentos durante la cocción (guarnición aromática, caldos base, líquidos salados o dulces) impregnan el alimento de sabores. La cocción de las verduras en leche o en caldo mejora el sabor para el bebé.

Algunas vitaminas o minerales son frágiles ante el calor, que los altera poco a poco, en función del tiempo de cocción y de la temperatura.

¿Qué disfrutar crudo y cómo?

La fruta y la verdura debe estar bien lavada en agua limpia. Para retirar todo resto de pesticidas, será eficaz añadir unas gotas de limón. Apueste por las hierbas aromáticas: perejil, albahaca, eneldo o también cebolla, ajo, chalotas… Aportarán micronutrientes protectores (vitaminas, minerales) y mucho sabor.

¿Qué modos de cocción privilegiar?

Al vapor: permite conservar todo el sabor natural y la mayoría de las vitaminas de los alimentos.

En agua: Las vitaminas y los minerales se quedan en el agua de cocción… Piense en conservarla y utilizarla en sus preparaciones.

En papillote: tiene las mismas propiedades que la cocción al vapor, pero el hecho de encerrar los alimentos en papel de cocción permite añadir los primeros sabores que desea presentar al bebé: hierbas frescas, como perifollo, albahaca o perejil, o especias suaves como el cúrcuma.

A la parrilla: Con buenos aceites vegetales, de oliva o de cacahuete, se obtienen texturas crujientes y más firmes.

Salteado o a la sartén: añadiendo una materia grasa, aceite o mantequilla, esta cocción aporta un aroma particular y bastante sabroso a los alimentos como las verduras, la fruta y sobre todo la carne o el pescado.

En potaje o a fuego lento: presenta la ventaja de fusionar los alimentos y condimentos en una cocción lenta. Las texturas se vuelven untuosas y los sabores menos contundentes y sabrosos, dos características apreciadas por los niños pequeños.

Frito: la cocción en aceite aporta una textura crujiente y aceitosa. Es apreciada por la mayoría de los niños pero deberá limitarse a una vez a la semana. Tenga cuidado con las partes demasiado fritas o carbonizadas, que serán tóxicas para el bebé.

En compota: una cocción que se hará despacio para permitir al bebé digerir todas las frutas.

En resumen

Los alimentos crudos permiten dar a probar la textura y el sabor de los alimentos originales, y preservar sus nutrientes.

Los cocinados tienen ventajas en términos de sabor y ayudan al bebé a digerir los alimentos.